Elegir a los amigos adecuados. «Cum solitudo et vita sine amicis insidiarum et plena metus sit , ratio ipsa monet amicitias comparare». Cicerón.
Puesto que la vida en soledad, sin amigos, está llena de temores e inseguridades, la razón nos lleva a procurarnos relaciones, decía Cicerón.
Los seres humanos somos gregarios, como las ovejas, llevamos en nuestro ADN la necesidad de relacionarnos. Pero… ¿cómo elegir a las personas que te acompañen en tu camino? ¿Necesitas a alguien que caminen delante de ti? ¿Necesitas personas de las que depender?
¿Necesitas personas de las que depender? ¿Necesitas un guía o a alguien que dependa de ti?…
¿Necesitas reconocimiento? ¿A personas que no te puedan hacer sombra? ¿A personas que puedan cubrir tus necesidades o carencias?
¿Sabes caminar al lado de otra persona? ¿Quién te acompaña en tu vida? ¿Por qué esta persona camina contigo?
Pautas para elegir a los amigos adecuados
El primer paso es tener un «marco adecuado» de relación , es decir, unos límites y exigencias mínimos, para que la relación sea sana y respetuosa. Lo mejor es que pienses en que cualidades te gustaría que tuvieran estas personas:
Por ejemplo, que sean honestas, respetuosas, cordiales, que tengan cierta cultura, que sean divertidas, etc… Una vez que tengas claro ese marco de referencia, lo mejor es que pienses si es realista, si tus expectativas son alcanzables, debemos pedir lo mismo que podemos ofrecer, y después adaptarlo a la realidad.
Por ejemplo, imagina que sales con un compañero de trabajo y pasa todo el tiempo hablándote de sus problemas y lamentándose, que elige siempre los lugares donde vais a ir sin dejarte casi optar por otras alternativas y, cuando vas a hablar algo sobre ti mismo, te ignora.
Puedes hacer varias cosas: alejarte definitivamente de él, hablar de su actitud poco considerada contigo e instarle a cambiar, o mantener una distancia cordial pero amable con él y tratar de evitar estar a su lado mucho tiempo.
Pero de ninguna forma es razonable que seas el vaciadero resignado de sus penas y amarguras ni que te dejes llevar a sus lugares de satisfacción, como una marioneta sin posibilidad de elegir tú, porque entonces la relación, lejos de resultarte satisfactoria, te será tóxica y acabarás sintiéndote mal.
Otra cosa es que ya sea amigo tuyo de antes, con el que hayas compartido penas y alegrías en otros tiempos, con el que hayas forjado unos lazos de afecto y ahora esté pasando una mala racha y decidas ser generoso y tolerante un tiempo mientras se recupera.
También el mismo Cicerón decía que no había nada más grande que tener a alguien con quien puedas hablar como contigo mismo. Ante una relación debemos poder expresarnos relajadamente, tal y como somos, sin miedo a no ser aceptados o comprendidos y mucho menos menoscabados.
Pero es difícil encontrar estos verdaderos amigos, con esta profundidad. Sin embargo , los seres humanos, necesitamos también,»amigos » o «conocidos», en relaciones más superficiales.
Imagina que eres el núcleo de una serie de círculos concéntricos. Es como si necesitáramos tener «amigos» en todos ellos. Sólo unos cuantos serán nuestros íntimos, con los que nos sentiremos plenamente a nuestras anchas, pero después podemos pasar buenos momentos guardando las distancias, con compañeros de distintas actividades, vecinos, familiares lejanos, clientes o vendedores de comercios habituales, etc.
Todas estas relaciones son válidas y saludables también, nos aportarán mucho y nos sentiremos con esa sensación de «pertenencia a un grupo», tan necesaria para todos.
Si no lo aceptamos así y depositamos nuestra confianza y afecto en personas que no corresponden a nuestras expectativas, porque son sólo compañeros de vecindario, trabajo, o alguna actividad lúdica por ejemplo, podemos tener problemas, sentirnos decepcionados.
Entonces… ¿cuál es el criterio para elegir acertadamente una amistad?
Desde luego, no es fácil acertar cuando queremos elegir a los amigos adecuados.
Lo primero es partir de la paciencia y el compartir momentos para ir conociéndonos. Lo segundo, como en un baile de salón, que es un baile a dos, asegurarnos de que cuando demos un paso de acercamiento hacia la otra persona, ella nos corresponda con otro hacia nosotros.
Con frecuencia nos equivocamos porque nuestros criterios de elección corresponden a nuestras necesidades, deseos y objetivos, pero los de ella hacia nosotros y sus propios objetivos no.
Además, es difícil saber analizar a las personas para saber si son candidatos válidos para nosotros o no.
Lo mejor es esperar a pasar el suficiente tiempo con éstas e ir abriendo nuestra confianza poco a poco, y lo segundo, arriesgarnos a conocer a muchas personas y aceptar los distintos tipos de relaciones. Así tendremos más posibilidad de elegir a los amigos adecuados que buscamos y sabremos mejor distinguir a los que pueden ser afines a nosotros, porque tendremos más referentes con los que comparar cómo nos sentimos.
Además, hay que ser racional también en esto; no sólo racional, claro, no excluimos la intuición y los sentimientos, pero si lo suficiente para analizar la relación que va surgiendo y rechazar las insanas o tóxicas: de dependencia, sumisión, intolerancia, de luchas de poder… y fomentar las de buena comunicación, respeto, diálogo, afecto, diversión… Se trata de aceptar al otro con tolerancia, pero no si nos hace sentir mal o nos da un trato indigno.
Siempre estaremos mejor solos que mal acompañados, y , además, esto será durante un tiempo, el mundo está lleno de excelentes compañías potenciales con las que compartir buenos momentos.
Sexóloga, Psicoterapeuta Experta en Terapia de Pareja
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