La autoestima y el milagro Pygmalión: serás lo que creas que eres.

La autoestima y el milagro Pygmalión: serás lo que creas que eres. - PsicoÓptima
Milagro Pygmalión.
La autoestima, como vivencia psíquica, es tan antigua como el ser humano. Pero la historia de la autoestima, como autoconcepto, se remonta a las postrimerías del siglo XIX.

En su obra Los principios de la Psicología , James estudia el desdoblamiento de nuestro yo- global, en yo –conocedor, y yo-conocido. De este desdoblamiento, del cual todos somos conocedores, en mayor o menor grado, nace la autoestima.

» La autoestima positiva es el requisito fundamental para una vida plena»

N. Branden

La persona que se autoestima suficientemente posee las siguientes características: aprecio, aceptación, afecto, atención, autoconsciencia, apertura, y una palabra que resume todas las antedichas: afirmación. Todo esto, claro está, para con uno mismo. Pensando positiva y realistamente de nosotros .

El «efecto o milagro Pygmalión»

Cuenta Ovidio en su Metamorfosis que Pygmalión, rey de Chipre, esculpió una estatua de una mujer tan hermosa que se enamoró de ella. Luego invocó a sus dioses y convirtieron la estatua en una bellísima mujer de carne y hueso, a la que Pygmalión llamó Galatea, se casó con ella y la pareja fue muy feliz.

A este conocido mito cultural, escritores, pensadores y psicólogos de todo tipo le atribuyen el siguiente sentido: cuando nos relacionamos con una persona , le comunicamos las esperanzas que albergamos acerca de ella, las cuales pueden convertirse en realidad. En términos más técnicos: las expectativas que una persona concibe sobre el comportamiento de otra pueden convertirse «en una profecía de cumplimiento inducido».

El «efecto Pygmalión» o “milagro Pygmalión” es, pues, un modelo de relaciones interpersonales según el cual las expectativas , positivas o negativas, de una persona influyen realmente en otra con la que aquélla se relaciona.

También la  importancia del lenguaje  no verbal es concluyente para el milagro Pygmalión y está probada desde que un investigador americano, Robert Rosenthal, ilustre profesor de la Universidad de Harvard , muy conocido por sus estudios sobre educación y aprendizaje, hizo unos experimentos de laboratorio con ratas.

Sus alumnos le ayudaron a hacer las comprobaciones. Asignó un grupo de ratas de la misma parentela a los distintos grupos de observadores, pero les dijo que algunas de ellas estaban seleccionadas como más inteligentes. Pues bien, las dejaron libres en los laberintos y aunque eran todas de características similares, el investigador observó cómo los estudiantes trataban con más mimo , daban más atención y animaban más con gestos o palabras a aquellas que habían clasificado como más aptas. El resultado fue que ellas consiguieron llegar a la meta mucho antes que las otras, aún teniendo las mismas capacidades.

La autoestima y el milagro Pygmalión: serás lo que creas que eres. - PsicoÓptima

Este experimento del milagro Pygmalión lo hizo también en un colegio, Oak School, de una pequeña ciudad de California, con las calificaciones escolares. Informó a principio de curso a los profesores en secreto que algunos de los niños tenían una inteligencia muy superior y se obtuvo el mismo resultado. Los alumnos seleccionados obtuvieron mejores logros académicos a pesar de poseer el mismo coeficiente. Concluyendo pues, que las expectativas favorables de los profesores inducen, por si mismas, a un rendimiento superior en los alumnos.

La clave del efecto es la autoestima, pues las expectativas positivas o negativas del Pygmalión emisor se comunican al receptor, el cual, si las acepta, puede y suele experimentar un refuerzo positivo o negativo de su autoconcepto o autoestima, que , a su vez, constituye una poderosa fuerza en el desarrollo de la persona.

Ser Pygmalión positivo con los demás no consiste en abrumar a la otra persona con fabulosas e ilusorias expectativas para hacerlas creer que son o lograrán algo que no es real, como ocurre con libros de moda en la línea de «Quien se comió mi queso» o «El Secreto » etc..  Se trata de una actitud de cálido aprecio e interés por la otra persona, por su bien, por su desarrollo… que acompañe con palabras, gestos y acciones al otro a descubrir y utilizar sus propios recursos, a descubrirse a sí mismo y a seguir su propio camino.

No podemos sustraernos a la percepción de los demás, porque los humanos somos seres eminentemente sociales, pero si podemos acercarnos a aquellos por los que nos sentimos aceptados y valorados y alejarnos de los que no lo hacen.

Y, sobre todo, podemos ser nuestros propios Pygmaliones y , de este modo, lograr crear un camino hacia la felicidad, que se construye siendo un buen amigo de uno mismo.

Blanca Isabel Soria Arranz

Sexóloga

Imagen:  Grow True